domingo, 28 de abril de 2013

La innovación disruptiva en la educación (*)



Muchos hablan de la innovación.  De la innovación disruptiva, algunos.  Muy pocos de la innovación disruptiva aplicada a la educación. Clayton Christensen es uno de ellos.

Hace algunos años se le pidió a este profesor de la Harvard Business School usar su investigación (sobre la innovación disruptiva) en la educación.  No se trataba de encomendarle tratar la educación como un objeto de análisis en términos estadísticos, sino de apreciar la educación a  través de su investigación.  Sus conclusiones fueron sorprendentes. Éstos fueron relatados en una reciente entrevista que ahora damos cuenta.

Él menciona que hay un modelo comercial que evolucionó en la educación cuyas raíces provienen de finales del siglo XIX cuando la tecnología de fabricación evolucionó hasta el punto en el que se fabricaban productos en grandes cantidades.  Ese modelo de fabricación de tan bajo costo y eficaz en relación con las tecnologías previas se importó o trasladó hacia las escuelas en la idea de tener grandes cantidades de alumnos, colocarlos a todos en un aula y enseñarles. 

De hecho que era una buena tecnología en aquella época. Sin embargo, lo que se ha aprendido ahora es que hay diferentes inteligencias.  “En verdad, debe haber probablemente ocho tipos diferentes “, sostiene Christensen. Agrega: “Uno nunca puede considerar que uno es más inteligente que otro porque todos somos muy inteligentes  en alguna inteligencias y muy ignorantes en otros tipos. Cuando enseñas frente a un gran grupo  de alumnos, uno enseña de una forma que es consistente con tu tipo de inteligencia.  Eso significa que hay siete octavos de nuestros estudiantes  que no están aprendiendo o aprenden de forma muy ineficiente.”

A manera de ejemplo, relata el profesor de la HBS: “Cuando estudiaba Física en la secundaria mi profesor de Física, Steed, enseñaba escribiendo ecuaciones en la pizarra, y mi mejor amigo Robert Graves podía ver las ecuaciones  y visualizar cómo operaba todo el universo. Pero cuando yo veía las ecuaciones, comenzaba a rezar…para poder memorizarlas lo suficiente como para aprobar”. (…) Luego del examen, obviamente, olvidaba todo por completo. Y ahora nos damos cuenta de que el motivo por el cual mi amigo entendía todo y yo no, no es que él era más inteligente sino que él tenía un tipo de inteligencia llamada “lógico-matemática”, y mi tipo de inteligencia es “espacial”. Yo puedo ver patrones en las cosas. Lo hago bien. La mente de Steed, el profesor, era como la de Graves.  Ambos se la pasaban hablando muchísimo tiempo  y ocasionalmente el profesor me miraba  y yo no podía entender por qué yo no entendía. Ahora sé que simplemente mi cerebro era diferente. ¿Cómo se resuelve el problema?. Tienes un profesor cuyo cerebro está conectado  con el tipo de inteligencia dominante en el campo donde otro tipo de inteligencia es la “lingüística”. Entonces, enseñamos a deletrear a la mente “lingüística”  por intermedio de otra mente “lingüística”  y mi amigo Graves con su mente “lógica-matemática”  no aprende a deletrear. No solo no sabe deletrear sino que tampoco le importa. Este es el problema…”, añade, Christensen.

La lección es que, como sostiene Christensen, debemos personalizar la forma en la que enseñamos  para que encajen  con la forma en la que nuestros cerebros están conectados al aprendizaje genéticamente o en la infancia. Y la única forma de hacer esto es migrar la forma  de enseñar los contenidos hacia el software. El experto sostiene que no se debe obligar a los profesores a que enseñen ese contenido pues hay tantas otras cosas que pueden hacer los profesores. Pero el motivo por el cual necesitamos migrar al software  es que se puede personalizar la enseñanza. De esta manera, cuando uno aprende física, lo aprende con diagramas y con patrones. Podemos aprender de formas muy profundas y útiles pero eso debe encajar con la forma en la que nuestros cerebros están conectados con el aprendizaje. Se trata de migrar las instrucciones hacia la computadora. Esta práctica es realmente disruptiva para el profesor.  Al final los profesores se beneficiarán pues actuarán como tutores y no como conferencistas, sostiene Clayton Christensen.

La teoría de la disrupción dice que se necesita evitar que la computadora ingrese por la fuerza al mismo sistema de aula en el que enseña el profesor porque solo podrá usar la computadora para sostener el modelo ya existente. La clave es desplegar el aprendizaje basado en computación contra el no consumo, en donde tienes escuelas  que no tienen el alcance para ofrecer la clase  o donde tienes estudiantes que aprenden en casa. Luego, poco a poco, el aprendizaje basado en la computación irá mejorando hasta lograr cursos individuales a partir de las instrucciones convencionales. 

Cuando eso ocurra, los estudiantes podrán aprender  de la forma en que sus mentes están conectadas para aprender. Los profesores serán tutores de estudiantes individuales y no serán conferencistas ni controladores de multitudes. Y el resultado será mejor, pero debemos hacerlo bien. Ese es el reto.

(*) Nota: Recientemente Clayton Christensen fue nombrado el hombre más influyente del Management 2011. En este artículo se basa en una entrevista a Clayton Christensen en HSM Specials y es comentado por F. Antonio Lirio, docente de la Escuela Académico Profesional de Administración de la FAT, UNASAM.

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